miércoles, 10 de junio de 2009

Las Pequeñas Cosas...

"Oops...!!!"..., fue mi expresión al dejar caer el trapito con el que limpiaba la alacena de mi cocina, eran ya las 3:30 a.m. y me veía haciendo una labor que puedo decir, con cierta seguridad, no muchos de los jóvenes disfrutan: limpiar.

No era pues algo de lo más divertido que hacer a esas horas de la noche, pero al pasar por una taza de café vi cuán sucias estaban las puertas del microondas y de la alacena - bueno, no demasiado sucias, pero tampoco en el nivel de limpieza que me gustaría tenerlas-. Al verlas me dije: "bueno, mañana lo limpiaré" , luego, al revisar mis pensamientos me dije más bien: "mejor le diré a mi hermana que lo haga, ...TOTAL, ella es la que ensucia la cocina de 'aquella' manera tan grave"; sin embargo, fue en ese preciso momento que un pensamiento vino a mi cabeza: "HAZLO TÚ"....

Empecé pues a limpiar la cocina, ... creo que no hace falta especificar cuán cansado ya me encontraba y que dicha sensación se hacía más pesada al repasar en mi mente lo que tengo que hacer el día de hoy... - una rutina que me llevará a estar en pie hasta aproximadamente la 1 a.m.-, sin embargo empecé...y lo sorprendente fue que..empecé...CON BUEN ÁNIMO....

Como escribí lineas arriba, uno de mis primeros pensamientos fue "decirle a la persona 'culpable' que lo haga" - tomando la palabra culpable en un sentido estrictamente romántico para la lectura-; sin embargo, y Gracias a Dios...el pensamiento de ATAR a otra persona por un determinado comportamiento (como decir que es "irresponsable al no limpiar") se fue tan pronto como vino y entró (sorprendentemente), un gozo enorme en mi corazón al hacerlo... no sólo por el mismo hecho de que me sorprendía hacer tan pesada labor - raspar la grasa pegada de un pedazo de metal no es algo muy bueno para los dedos...especialmente lo mios- con tanta alegria (o sea, sin renegar ni apesadumbrado), sino que por el hecho de que talvez gracias a lo que hacía mi hermana podría despertarse al otro día tranquilamente, encontrará la cocina limpia, sin grasa, todo en su lugar y ordenado. Obviamente este pensamiento se volvió por unos momentos - los que me tomaba ahora agacharme por debajo del repostero para limpiarlo-, en mi caballito de batalla ...algo que me motivó...por lo bien que se "ve" que "hagamos algo por otros"...

Debo decir que aquel pensamiento estuvo en mi mente hasta que luego de mucho limpiar, noté que la cocina..., si bien limpia, no lucía muy diferente (o sea que no echaba chispazos de brillo y ningún "duendecillo verde" salía diciendo "a la grasa le pusiste fin"), lo que me hizo pensar en la enorme (¿por qué no decirlo?), cantidad de veces que ya había hecho lo mismo (aunque no con tan buen ánimo, confieso), y que mi hermana ni siquiera había notado al despertar y preparar su café.

Confieso que por un momento me dije: "¿entonces para qué hago todo ésto? ¿si es algo que es, talvez, tan pequeño que nadie va a notar?", y fue en ese momento que aún una bendición más grande vino de Dios.

Las bendiciones, debo decir, no son siempre un carro nuevo, un montón de dinero, sanidad o el hecho de que algún hermano o hermana venga a decirte "tengo una palabra para ti". Honestamente, considero que una bendición de Dios es también cuando Él mismo nos habla....(regalo maravilloso que aún nos haces Tú). ¿Por qué digo ésto? (y cambio así, tan repentinamente, la narración de este relato). Pues porque la bendición que recibí fue que Dios me hizo meditar en algo muy importante: Las Pequeñas Cosas.

Muchas veces ansiamos que lo que hacemos sea ¿valorado? por el hombre; ésto es, que otros lo noten, que nos digan "¡buen trabajo amigo!" o "¡qué buen siervo eres!", y la verdad es que no siempre recibiremos la respuesta que esperamos. Es más, mientras más la esperemos, Dios más nos hará hacer de aquellas "pequeñas cosas" (que otros no quieren hacer incluso).

Hacer las "pequeñas cosas" no tiene nada de malo, ni de indigno -recordemos que Jesús mismo vino a servir-. Y créanme que al pensar en ésto me sentí muy bien, tomé el pañito del suelo y continué limpiando, sin importar si mi hermana lo note o no, o si me felicite o me diga a la mañana siguiente "oye, la cocina está sucia"; sino alegre porque, aunque parezca que es nada, gracias a que estoy limpiando si acaso la siguiente vez le toque limpiar a ella, pues tendrá menos que limpiar, porque ordené los vasos ella al otro día podrá agilizar su mañana al encontrar todo en su lugar "oficial", porque limpié el microondas ella podrá utilizarlo sin tener que lanzar ninguna expresión de "¡qué sucio está ésto!", y ...APRENDERÁ A VIVIR BIEN.

Lo interesante de ésto, es que no se aplica sólamente en la casa... (y es a lo que quería llegar.... sí, finalmente), sino en todo lugar, no sólo en la iglesia, sino en el trabajo, en la escuela, con los amigos. Si eres la persona que va al servicio de los domingos por la mañana y traes los cables para que los "músicos" (que "aparentemente" son los que "figuran"), pues ánimo, porque ellos no podrían tocar ...sino fuera por aquello que hicieste. Si eres el que envia siempre e-mails recordando cumpleaños de otros y a ti no te saludan, no cambies por eso, sigue haciéndolo. Si eres en el trabajo el que siempre cierra la puerta para que el aire acondicionado no se escape, y nadie lo nota, pues gózate, porque tú estás haciendo lo que Dios te envió a hacer (ya sea porque te lo dijo o porque te lo puso en el corazón). No caigamos JAMÁS en la trampa de "si él o ella no lo hace, pues yo tampoco". No busquemos recompensa en los hombres, pues somos seres humanos, y como todos....herimos, nos equivocamos y juzgamos (mal). Nuestra recompensa viene de Dios, y (aunque suene "cristianoidealista"), debemos anhelar eso sobre todo. Él sabrá recompensarnos en su momento, y créanme que cuando Él te levanta, TODOS....TODOS lo ven...así como Potifar reconoció a José... José no necesitó decir "mira todo lo que hago amo", sino que él mismo vio que "Jehová estaba con él (con José)" - Génesis 39:3. Además recordemos que, Dios SABE. Él sabe porqué te envía a hacer "aquello" que uno "por su nivel, preparación, ocupación, situación, etc.", piensa que no es tarea digna de hacer.

"Ay!!!", me acabo de raspar con uno de los filos de la alacena, brota la sangre ahora. ¿Lo ven? Dios sabe a quién envía y porqué lo envía. Dios sabía que era un trabajo pesado, que debía hacer yo, porque en caso de lastimarme mi sangre coagularía más rápido que la de mi hermana, y que ella se pondría mucho más nerviosa que yo al respecto.

Son las "pequeñas cosas", que son semilla de grandes, grandes, grandes momentos y bendiciones. Lo más lindo de esta noche fue eso: lo pequeño que podía parecer incarse para limpiar los reposteros y estirarse para limpiar las alacenas me dió un gran momento con Él. Porque, en esta noche, mientras yo limpiaba, Jesús... limpiaba conmigo.

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¿Será que mañana mi hermana dirá: "Javier, ¡qué limpia está la cocina!"? ...talvez no, pero el que sí me lo ha dicho ya...es Jesús.


Dios los bendiga :)

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